Es de noche, quizás las cinco de la mañana, no lo sé, pero me ha despertado una discusión sobre un suceso que pasó hace bastante tiempo en el Centro Comercial Atlántico.
Son mis padres una vez más, y las discusiones cada vez son más fuertes y agresivas. No puedo conciliar el sueño e intento evadirme para hacer oídos sordos a la conversación, hasta que finalmente me distraigo mirando una mosca que había en el techo de mi habitación.
Sin éxito ninguno, me levanto de la cama y a oscuras voy sorteando los muebles de mi casa hasta llegar a la cocina. Una vez allí, decidí abrir la nevera y coger un trago de la fría botella de Clipper de fresa que me había comprado ayer por la tarde cuando salí con mis amigas.
Entre sorbo y sorbo, me da por pensar en ofrecerles a mis padres un vaso de este refresco, para ver si como dice el anuncio de la televisión, eso del “Clíper love” funciona pero… ¡que va!, que idea tan absurda la mía.
Sigo bebiendo, y sumergida en mis pensamientos me acuerdo de aquella mosca, pequeña, negra… que sin motivo alguno, espera a que llegue el día para iniciar su vuelo.
¿Suena insignificante, verdad? Quizá tanto como la vida misma… Discusiones, llantos, gritos, peleas, no sé que más… Siempre la misma historia de todos los días.
Y así, de esta manera, es como cada noche me atormentan mis pesadillas, y recuerdo las razones por las que mis padres se separaron.
Muy bien, a seguir Yuu
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